Lucy se recuesta contra el pecho de Sawyer, sintiendo el calor de su cuerpo y el ritmo firme de su corazón.
Cada respiración compartida es un recordatorio de que están juntos, que nada ni nadie puede arrebatar lo que han construido.
Sus manos recorren la espalda de él con suavidad, dejando que cada caricia sea un hilo que los une más allá del deseo físico.
—Nunca había sentido algo así —susurra Lucy, apoyando la frente contra la de él, cerrando los ojos—. Es como si todo el mundo desapareciera.
Sawyer la observa, con una sonrisa que no llega a sus labios pero ilumina sus ojos.
Siente cómo cada latido de Lucy se sincroniza con el suyo, cómo cada suspiro suyo lo envuelve, lo envuelve a él también.
La intensidad de sus emociones lo desarma un poco, pero también lo impulsa a protegerla, a devorarla con la mirada y con cada gesto.
—Lucy… —su voz es grave, profunda, llena de deseo contenido—. No puedo imaginar un momento sin ti.
Ella responde con un roce de sus labios contra los de él,