En mis dulces dieciséis, mis tres hermanos llegaron a casa con una chica llamada Valentina, diciendo que tenía que tratarla como parte de la familia. No pensé que cambiaría mucho. Pero, años después, todo cambió. Diego, mi hermano menor, me empujó por las escaleras por ella. Carlos, el mayor, quien una vez prometió que me protegería para siempre, me dijo que me largara. Así que me fui, en silencio. Ellos pensaron que solo estaba actuando, así que se llevaron a Valentina a Francia y ni siquiera se molestaron en contactarme. Lo que no sabían era que había firmado un contrato, uno que me alineaba con el mayor rival de nuestra familia, convirtiéndome en su química más joven. Estaba escrito en blanco y negro: nunca podría volver a casa. Pero ¿qué ocurrió la noche que descubrieron que me había ido para siempre? Se quebraron. Todos y cada uno de ellos.
Ler maisPunto de vista de SofíaSebastián me dio la boda más extravagante que podría haber imaginado. El tipo de evento del que susurraban las revistas de chismes y que la antigua yo nunca habría soñado.Luego quedé embarazada de un niño.Fue una sorpresa, a mi edad no pensaba que todavía fuera posible. Pero ahí estaba él: Suave, hermoso, con los ojos de Sebastián y mi tranquilidad.Cuando cumplió un año, Sebastián organizó una fiesta de cumpleaños enorme a la que todos vinieron, incluso los Vásquez.Sebastián los dejó entrar.Carlos había envejecido aún más desde la última vez que lo vi, sus hombros estaban encorvados y sus ojos habían perdido brillo. Luis llegó en silla de ruedas y Diego parecía un desastre, se veía demacrado y desgastado.No me hablaron, solo dejaron un pequeño regalo cerca de la mesa. La tarjeta decía: "Que tengas la vida más maravillosa y perfecta".No me lo llevé a casa, lo dejé junto al bote de basura.Porque algunos regalos, cuando llegan demasiado tarde, no son regalo
Punto de vista de SofíaHabían pasado diez años desde que me uní al Grupo Morales.Durante ese tiempo, las fórmulas que desarrollé les ayudaron a generar cientos de miles de millones en ganancias. Mercados enteros fueron transformados gracias a mi trabajo.Ya no era una química escondida en secreto detrás de la puerta de un laboratorio, era su activo más valioso.Y también era la novia de Sebastián Morales.Me dijo que se enamoró de mí la primera vez que me vio. Quizás era verdad, quizás no. Pero ser suya significaba que me daban cosas que la mayoría en la organización nunca recibía, libertad y seguridad.Gracias a Sebastián, no tenía que quedarme en México a tiempo completo, podía viajar. A menudo, él simplemente me preguntaba dónde quería ir, luego me llevaba allí.Pero debido a quién era él, y lo que era el Grupo Morales, siempre viajábamos de forma discreta; en vuelos tranquilos con reservaciones sin identificar.Para el décimo aniversario de mi trabajo con los Morales, Sebastián d
Punto de vista de CarlosCerré los ojos por un segundo y cuando los abrí, vi a Valentina. Estaba parada junto a la entrada principal, escondiéndose como si tuviera algo que ocultar.Valentina, todo comenzó cuando la traje a casa.Las amenazas llegaron poco después de la muerte de Rafael, eran mensajes anónimos, advertencias y exigencias que decían: "Protege a Valentina o Sofía pagará el precio".Ahora no podía dejar de preguntarme: "¿Qué habría pasado si no hubiera traído a Valentina a casa? ¿Qué habría pasado si no hubiera creído que podía manejar ambas cosas? ¿Proteger a Sofía, dirigir el imperio, y evitar que todo se desmoronara?¿Sofía todavía estaría aquí?"Valentina se escabulló en la oscuridad, desapareció detrás de los setos.Fruncí el ceño, la sospecha me recorrió como un escalofrío, así que la seguí.No pasó mucho tiempo antes de que escuchara voces, bajas y furiosas.—No puedes amenazarme —siseó Valentina—. ¡Te di lo que pediste!—Y ahora quiero más —espetó una mujer—. O les
Punto de vista de Carlos—Ella se ofreció para ser su química —dije, forzando las palabras—. La más joven en la historia.Luis no dijo nada, también sabía lo que eso significaba. Si Sofía realmente se había unido al Grupo Morales, estaba perdida para nosotros. Incluso si seguía viva, nunca podría regresar.Mi mente daba vueltas.¿Cómo había permitido que llegáramos a esto? ¿Cómo era posible que la niña que una vez llevé sobre mis hombros, se hubiera alejado tanto que ni siquiera noté que se estaba marchando?Y lo peor era... ¿por qué sintió que tenía que hacerlo?Un dolor frío y hueco se instaló en mi pecho.Luis se levantó bruscamente. —Me voy a México.—¿Qué?—Voy a hablar con Sebastián Morales. No me importa lo que cueste, es nuestra hermana.—Ya hablé con él —dije en voz baja—. Es casi imposible traerla de vuelta ahora. Y temo que si hacemos enfadar a Sebastián, le podría hacer algo. Tenemos que mantener la calma.Pero Luis no me estaba escuchando, ya había perdido la razón.—¡¿Cóm
Punto de vista de CarlosMe senté en mi estudio, con el teléfono aferrado en una mano, mirando la pantalla como si pudiera parpadearme de vuelta.Sofía seguía sin contestar todavía. Iba directo al buzón de voz, una y otra vez.Odiaba la idea de contratar a un investigador privado para encontrar a mi propia hermana, pero a esas alturas, no tenía otra opción.Exhalé bruscamente y toqué la pantalla. —Andrés.—Señor Vásquez.—Necesito que encuentres a alguien para mí.—Por supuesto. ¿Valentina?La suposición hizo que algo en mi pecho se retorciera. —No —dije con tensión—. Mi hermana, Sofía Vásquez.Hubo una pausa al otro lado. —Claro, por supuesto. Dame treinta minutos y te llamaré con lo que encuentre.Colgué y me dirigí a la ducha, intentando quitarme la tensión de la piel.No podía haberle pasado nada malo a Sofía. Era fuerte, inteligente y dura como el acero, siempre lo había sido....Cuando Andrés volvió a llamar, no tenía la certeza en su voz a la que estaba acostumbrado. —Señor Vá
Punto de vista de CarlosSolo llevábamos tres días en Francia cuando Luis comenzó a murmurar sobre regresar a casa.A decir verdad, yo pensaba lo mismo. Había algo en ese viaje que no me sentaba bien, nosotros estábamos riendo y bebiendo mientras Sofía estaba sola, enterrada en su laboratorio.Pero Valentina no quería irse, dijo que quería pasar la Nochevieja aquí también.—Yo... —comenzó Luis, pero lo interrumpí.Como el mayor, mi palabra tenía peso. De hecho, Valentina raramente se oponía cuando yo hablaba.—Valentina —dije suavemente—, todavía tengo algunos asuntos pendientes. Es mejor si nos vamos mañana.Su rostro se ensombreció, no discutió, pero la decepción en sus ojos era inconfundible.—Lo siento —añadí, extendiendo la mano para revolverle el pelo—. Podemos volver cuando quieras, te lo prometo. Siempre que yo esté libre.Pero ella no sonrió. —Prometiste que nos quedaríamos hasta Nochevieja. —Susurró.Y tenía razón, se lo había prometido cuando pensaba que Sofía vendría tambié
Último capítulo