Alessia contemplaba con cariño a sus hijos, tan brillantes y afectuosos, sintiendo cómo un calor se extendía por su corazón.
Con suavidad, despeinó un poco el cabello de su hijo y de su hija, y les preguntó:
—¿De verdad quieren que mami ayude a que la abuela Evelyn se mejore solo porque les gusta?
—