Pasaron unos minutos en silencio. Alessia se recostó en el sofá y cerró los ojos, disfrutando de la calma.
Luego, con voz suave, murmuró:
—En realidad… sí hay algo que he estado queriendo.
De inmediato, Dominic se incorporó. Los trillizos se quedaron congelados, con los crayones aún en el aire.
Ale