Dominic le lanzó una mirada y respondió con autoridad:
—Ese laboratorio es mío, no suyo. No tiene por qué gustarle.
Al ver el gesto de disgusto en él, Tiffany sonrió con suavidad y dijo:
—Está bien, solo estaba bromeando, no tenía otra intención. Vamos, vayamos a ver a la señorita Ava para su tratam