Había llegado el momento de revelarle su decisión a sus padres. Jade se mantenía completamente recta en el sofá, sus manos descansaban sobre sus piernas, mientras Natalia y Fabián la observaban con desconcierto.
—¿De verdad piensas que es buena idea? —La voz de su padre era firme. Se notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo por no mostrarse agresivo, pero la miraba como si estuviera a punto de lanzarse al vacío. De nuevo.
—Papá, lo he pensado mucho. No es una decisión impulsiva —sostuvo su mirada con determinación. Negándose a mostrarse indecisa. Estaba completamente segura de lo que estaba haciendo—. Quiero darle una familia a mis hijos. Quiero que crezcan con sus dos padres.
—Pero Jade…
Su madre la observó como si no estuviera siendo para nada razonable. Pero entonces fue su padre quien tomó nuevamente la palabra.
—¿Lo has pensado mucho? ¿Y ya olvidaste todo lo que nos hizo? ¿Olvidaste cómo te manipuló para casarte con él? ¿La estafa? ¿El daño que te causó? —comenzó a enumerar