Capítulo 7

Teniendo todo listo, me desplomo sobre uno de los sillones, pongo música y me pongo a trabajar, espero que sea cosa de una vez, no quiero tener un trabajo secreto que me lleve toda la noche, si no tuviera nada que hacer, lo haría con gusto, pero las clases no ayudan en nada. Revisando unos documentos, suena una de mis canciones favoritas Sonne, esto hace que me ponga a mover la boca de forma disimulada como si estuviera cantando, lo bueno es que mi jefe está demasiado ocupado como para notar esto.

Concentración, eso es lo que necesito para poder hacer mi trabajo, pero... con los padres que tengo es fácil salir de ella y como siempre, ellos son muy oportunos en ese aspecto, ya que, después de pasadas varias horas y de que he entrado en una zona de confort, mi teléfono suena, desconcentrándome por completo. Rápidamente contesto la llamada.

Mi madre se escucha angustiada, le he dicho que me ofrecí a ayudar a mi jefe con unos documentos y que apenas termine con todos mis pendientes iré de inmediato a la casa, que no se preocupe, pero ella insiste en que vaya de inmediato a la casa, que ya pasan de la una de la mañana. Resoplo con fuerza y antes de que pueda contestarle mi jefe me quita el teléfono de las manos, tomando él la llamada.

—Buenas noches señora— Se queda callado por unos instantes. —Entiendo su preocupación y espero disculpe que ponga a trabajar a su hija tan tarde, pero es mucho más competente que mi secretaria y aprecio mucho su ayuda, no se preocupe por el transporte de Tris que yo mismo la voy a llevar a su casa— Se vuelve a quedar callado, asintiendo levemente con la cabeza. —No se angustie, que voy a pagarle las horas extra.

Alcanzo a escuchar que mi madre dice “Gracias y lamento parecer grosera, pero mi hija se esfuerza mucho por sacar adelante sus estudios y si no necesitara el dinero, no estaría trabajando”, mi madre habla demasiado alto, que vergüenza que le haya dicho eso a mi jefe, quiero que la tierra me trague, pero de ya.

La llamada termina y me entrega el celular para después irse a su lugar, volviéndose a perder en sus documentos, yo no puedo quitarle la vista de encima. Ese hombre de apariencia ruda y dura, ha convencido a mi madre, ¡MI MADRE! De quedarme hasta terminar mi trabajo, ella es un hueso muy duro de roer y él... sin conocerla ni nada, la ha convencido. No me impresiona que su familia este en lo alto de las industrias y sean tan poderosos, estoy segura que, si quisiera, te sacarían hasta el último centavo haciéndote creer que eso es lo que quieres.

—¿Qué? ¿Vas a mirarme así toda la noche? Te recuerdo que tenemos mucho trabajo que hacer.

Parpadeo varias veces saliendo de mi trance, tengo las mejillas ruborizadas y me siento como una tonta, vuelvo a poner mi música y sigo con lo mío. Mientras más avanzo en la lectura de estos documentos, voy entendiendo mejor la situación, alguien ha estado robando dinero, pero por el desorden de los papeles, es obvio que iba a tardar en darse cuenta, aunque claro, por su urgencia de revisarlos, quiere decir que ya tenía sospechas de esto.

Mis ojos se abren de par en par al ver que en el mes de Julio se extrajo una fuerte cantidad de dinero, pero la persona fue tan lista que, la hizo pasar por unos gastos “comunes” de la empresa, mi expresión de asombro ha llamado la atención de mi jefe, ya que me ha preguntado si me ocurre algo, yo enseguida le entrego el documento y él dice unas palabras mal sonantes entre dientes, luego aporrea las manos contra el escritorio.

—Sigue buscando— Es lo único que me dice.

Las cifras me han dejado bastante alterada, pero decido no hacer preguntas, ya que esto no me concierne, además de que muy probablemente a él no le den ganas de responder preguntas y no lo culpo, pero de lo que sí le puedo culpar es que, tenga una secretaria inútil y que por culpa de su ineptitud se hayan robado miles de millones de dólares, pero, en fin, es su empresa, no la mía.

La noche avanza igual que nuestro trabajo, para cuando me doy cuenta, llevamos más de la mitad y no puedo evitar soltar un suspiro de alivio, mi jefe mira su reloj de mano, apaga su máquina y se levanta de su asiento mientras se acomoda el traje.

—Vamos, son las tres de la mañana.

Parpadeo un par de veces, termino de revisar los documentos que tengo en mis manos, los marco y luego me levanto de mi asiento, acomodando todo. Estiro todo mi cuerpo y algunos huesos truenan, se siente tan bien poderse a parar después de un buen rato estar sentada.

Ambos salimos del despacho, yo tuve que ir a buscar mis cosas de limpieza, me toco ir algo pegada a mi jefe por el montón de cosas que tengo que llevar, de momentos lo miro por el rabillo de mi ojo y el olor de su perfume es tan atrayente, es de esos perfumes que huelen a hombre. Que rico.

Derek saca su teléfono y empieza a enviar mensajes de forma acalorada, el sonido de sus dedos chocando contra la pantalla me ponen de los nervios, siento que va a romper su teléfono en cualquier momento. Solo espero que no arda en cólera aquí dentro.

El “tic, tic, tic” de su teclado ha cesado, me giro un poco hacia él y veo que aprieta su teléfono con fuerza, la pantalla se ha empezado a cuartear, enseguida pongo mi mano sobre su antebrazo y lo aprieto con suavidad, sus fríos ojos se posan en mí.

—Sé que usted va a poder solucionar este problema, no tengo experiencia en esto, pero, si necesita ayuda, a cualquier hora, yo puedo ofrecerle una mano.

—¿Cuánto me vas a cobrar por hora? — Arquea una ceja, guarda su teléfono y se gira hacia mí.

—Nada, no sea ridículo— Suelto una fuerte carcajada. —Es verdad que necesito el dinero, pero lo que me pagan limpiando me basta y sobra, le ofrezco mi ayuda de forma desinteresada.

—Eres muy mala negociando— Se suelta a reír de forma galante. —Estas dando parte de tu tiempo y esfuerzo, no debes dar tus servicios gratis.

—Como usted acaba de decir, es mi tiempo y esfuerzo, yo decido como implementarlo, además... me sirve de práctica.

—Muy bien, si eso quieres... en ese caso dejame ofrecerte algo a cambio— Me extiende su mano. —Cuando termines de estudiar, ven a mi empresa y se mi asistente personal, la lista de tus deberes te los diré después.

—Muy bien, acepto su oferta.

Aprieto su mano con algo de fuerza, hasta ahora me doy cuenta de que tiene una cicatriz bastante pronunciada en su rostro, que va de un lado a otro de su cara, en su nariz se nota más la marca que ha dejado esa cicatriz, pero aun así se ve muy atractivo, como que esa cicatriz le da su encanto de hombre malo. Sacudo un poco la cabeza para salir de esos extraños pensamientos.

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