Capítulo 6

Tomo mis cosas y salgo corriendo de mi casa, doy por perdidas las primeras tres horas, voy a preguntar las tareas a uno de mis compañeros. Como siempre, parece que el autobús va más lento de lo normal, parece que lo hace a propósito, pero no es su culpa, el tráfico no ayuda en nada. Resoplo con fuerza y miro al frente, siento que hoy será el día más aburrido de mi vida.

Las clases han terminado y mis maestros han dejado una espantosa pila de tareas, lo peor no es eso, lo peor es que, se acercan los exámenes y tengo que estudiar, espero que esta noche, el señor “voy a tirar miles de dólares por una alfombra” no haga mucho desastre hoy, que me urge volver temprano a casa, dormir un rato y ponerme a estudiar y hacer tarea.

Estando en el trabajo, limpio lo más rápido que puedo, pero sin dejar de ser cuidadosa, no quiero que luego me vengan a reclamar que se ha roto algo o que se les perdió algo, que no tengo paciencia ni ganas de lidiar con esas tonterías. Una vez que he terminado con los cubículos, me voy hacia el despacho del señor jefe, pero antes de entrar, me acerco lo suficiente para ver si no están ahí atorados otra vez.

Gracias a Dios, no escucho nada del otro lado, así que abro un poco la puerta y asomo la cabeza, miro a mi alrededor y no se ve a nadie, aunque claro, con las luces apagadas apenas se puede ver algo. Sin perder tiempo, me giro sobre mis talones y me voy por mis cosas, luego enciendo las luces del despacho y un resoplo se me escapa.

—¿A quién se le ocurre poner exámenes y exceso de tarea? A mis maestros... desgraciados, no saben cómo lo sufre uno— Murmuro entre dientes.

—¿Siempre te quejas de todo? O ¿Es que tienes un mal día?

La voz de mi jefe hace que se me escape un grito del susto, volteo en dirección al escritorio y veo como gira su silla en mi dirección, si esto sigue así, voy a terminar renunciando, lo digo enserio... tantos sustos en mi vida me van a terminar matando.

—Pues... si... un poco de ambos.

Se levanta de su asiento y sus fríos ojos se clavan sobre mí, su expresión seria da mucho miedo, peor aun cuando se acerca a mí a paso firme y seguro, sacando el pecho, se nota que tiene mucha confianza en el mismo y no es para menos. No conozco mucho de él en realidad, solo sé que Derek Baker es un hombre reservado y dice pocas cosas de su vida privada a los medios, como cuando anuncio su ruptura con la señorita Mónica LaVein, la hija más chica de la familia LaVein, una familia con mucho poder y renombre en Europa, pero aquí, en América, es la familia Baker, aunque también tienen negocios en algunos países de Europa. Decían que su unión sería algo del otro mundo, ambas familias con tanto poder juntas... no me quiero ni imaginar que harían, me miedo.

—Tengo una pregunta para ti— Se para frente a mí, mirándome desde arriba... me siento como una pulga. —Tu trabajo es limpiar ¿Verdad?

Asiento con la cabeza, confundida por esa pregunta tan obvia, basta con verme en el uniforme de limpieza, estoy por hacerle ver que su afirmación es absurda, pero la mirada que tiene me da a entender que debo tener la boca cerrada si no quiero perder mi trabajo y eso hago.

—Bien... gracias por aclararme eso— Repentinamente me toma del brazo con fuerza y me arrastra hasta su escritorio, luego me arroja contra él. —Ahora explicame esto.

Señala de forma despectiva los papeles que he organizado, lo miro por encima de mi hombro y ladeo la cabeza, tratando de entender su enfado puesto que.... ¡TODOS ESOS PAPELES ESTABAN REGADOS POR EL SUELO! No tenía ni idea como los tenia organizados o como iba a revisarlo al día siguiente, simplemente los clasifique como lo creía más conveniente.

—Pues... son sus documentos... obviamente— Me giro sobre mis talones y lo observo con detenimiento. —¿Hay algo malo en ellos?

—¿Quién te enseñó a organizarlos?

—Bueno... estudio Administración de Empresas y pues... por eso he organizado los documentos de esa forma, siento que es más eficiente tratar esos papeles más rápido si sabe cuáles son los que urgen dependiendo del mes que fueron emitidos.

—Me sorprendes ¿Sabes que ese es el trabajo de mi secretaria?

—N-No.… no lo sabía— Me pego más al escritorio, tengo miedo de hacerle enojar o hacerle enojar aún más. —Solo quiero saber ¿Hice algo malo? Si desea, ya no lo vuelvo a hacer y simplemente los recojo como estén en el suelo.

—Mis disculpas por mi rudeza, no suelo ser amable ni amigable con nadie— Se acomoda el traje. —Agradezco la ayuda prestada.... — Me hace un ademán con la mano para que diga mi nombre.

—Astrid, Astrid Williams, pero puede decirme Tris.

—Señorita Williams— Responde enseguida. —Me alegra saber que no eres una simple cara bonita y que tengas aire en la cabeza.

No puedo evitar reírme por su... extraño cumplido, mi reacción lo ha dejado confundido, parece ser que normalmente se ofenden por sus palabras, pero yo estoy acostumbrada, mi hermano es igual, la única diferencia es que, a él sí puedo golpearlo. Le dedico una sonrisa sincera.

—¿Necesita algo más? Porque tengo que empezar a limpiar, que mañana tengo que ponerme a estudiar y a hacer tarea.

—Sí, necesito que me ayudes a...

Me empieza a explicar todo lo que necesita que revise con detenimiento, que se lo remarque y que lo organice mientras él firma unos documentos. Parece ser que tendremos una noche larga y tendida trabajando, vaya suerte de perro de la calle que tengo, yo solo venía a limpiar el despacho, no a hacer el trabajo de la secretaria, que parece ser que para lo único que sirve es abrir las piernas, maquillarse y tomar vino. Antes de iniciar con nuestro trabajo, pongo la cafetera y me pongo a preparar las tasas de café... va a ser una noche muy, pero muy larga.

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