Ximena, mirando el rostro serio del hombre, se sintió impotente. Al no encontrar un camino a través del dinero, tuvo que cambiar de tema.
—¿No temes que Manuela se sienta triste y enojada si se entera? —Ximena observó cuidadosamente la expresión del hombre.
Lamentablemente, él respondió sin emoción con unas pocas palabras: —No es asunto tuyo.
...
Las 8 de la mañana, en la oficina.
Mientras Alejandro estaba en una reunión, Ximena se dirigió al baño. Al salir, se encontró con Manuela lavándose las manos.
Ximena le echó un vistazo y luego apartó la mirada, pero Manuela decidió hablar con una sonrisa burlona: —Señorita Pérez es realmente dedicada, después de ser golpeada de esa manera, todavía viene a trabajar.
Ximena se detuvo un momento. ¿Manuela también estaba allí esa noche? ¿Alejandro colgó la llamada porque Manuela estaba presente?
Ximena respondió fríamente: —Señorita Santos, preocúpese por sí misma.
Manuela sonrió ampliamente, —¿Alejo no te regañó?
Ximena miró fríamente