Valeria y yo no teníamos intención de hacer pública nuestra relación tan pronto.
Como Alfa actual de la Ciudad Central, cada uno de sus movimientos estaba bajo escrutinio.
Planeábamos anunciarlo oficialmente solo después de sellar nuestro vínculo.
Pero Ignacio había asumido recientemente una reforma médica clave en el consejo central, y eso lo puso en el ojo del huracán dentro de la Manada.
Aunque cuidábamos de vernos por la noche, el riesgo de ser fotografiados seguía existiendo.
Él estaba cansado de mantener todo en secreto.
Ese día, Ignacio sacó un anillo de plata que había diseñado personalmente y me pidió matrimonio.
No dudé ni un instante y acepté.
Mientras caminábamos de regreso a casa, de repente un tono grave se escuchó detrás de nosotros.
—Valeria…
Me giré instintivamente.
En la oscuridad, Fernando se acercaba, con los ojos enrojecidos.
Fruncí el ceño.
Su voz era apenas un susurro:
—Valeria, no tengas miedo, no vengo a causar problemas, solo… quiero hablar contigo.
Sentí que