Un antiguo compañero me escribió por mensaje privado, enviándome un post y pidiéndome que lo viera.
Mariana estaba acusándome en internet:
—Perdí mi embarazo porque Valeria me empujó… Siempre me ha tenido envidia, me quitó a Fernando, y hasta me atacó…
De fondo se veía el hospital, junto con un informe médico, toda una escena de “víctima”.
Ella guiaba a los internautas para que me atacaran en línea, e incluso alguien consiguió mis datos de contacto.
Cada mañana despertaba con decenas de llamadas desconocidas y mi bandeja de mensajes en redes sociales llena de odio.
Incluso los compañeros que antes casi no hablaban conmigo vinieron a señalarme.
Me dio risa de la rabia. Lo primero que hice fue llamar a la policía y después marqué el número de Fernando:
—¿Dónde está la grabación de tu casa? Entrégala.
Pensé que al menos tenía un poco de vergüenza.
Pero me equivoqué.
Fernando, al otro lado, respondió con voz ligera:
—Si quieres limpiar tu nombre, puedes. La grabación está en la mansión.
—S