En la entrada de la fiesta había un letrero bien visible:—Valeria Ortega y la Cucaracha, prohibido el ingreso.Valeria Ortega, eso era yo, aparecía al lado de “la Cucaracha” y, sin embargo, sonreí.Porque había renacido.Hoy era la mayoría de edad de Fernando Torres. En mi vida pasada, ese día él me humilló públicamente.Él era el Alfa heredero de la Manada Bravo, pero yo, simplemente una huérfana Omega rescatada en la guerra de manadas.Cuando éramos niños, en nuestros juegos de casa, él aseguraba que yo sería su compañera destinada, prometiendo la ceremonia más solemne en el ritual de la Luna.Durante años, me cuidó en todo momento, llenándome de esperanzas sobre el futuro. Pero todo cambió cuando él tenía catorce años y apareció su hermanastra, Mariana Cruz.Gracias a la compasión de la Diosa Luna, aunque había un abismo entre nosotros, nuestros lobos nos guiaron para reconocernos.De repente, se desató una lluvia torrencial. Al verme en la entrada de la fiesta, sus amigos se inter
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