Giana asintió, suspirando en silencio. La familia de Estrella, especialmente su padre, eran difíciles de tratar.
Estrella habló en voz baja:
—Giana, quiero volver a la escuela, a seguir estudiando piano con la profesora Urquiza.
Los ojos de Giana brillaron, y una sonrisa de sorpresa se dibujó en su rostro:
—¡Claro que sí! La profesora Urquiza siempre te tuvo en alta estima. Si vuelves, seguro que estará encantada.
Sin embargo, el rostro de Estrella no reflejaba alegría alguna. Bajó la mirada y dijo con voz apagada:
—Cuando me fui, la profesora Urquiza se enfadó mucho y se sintió muy decepcionada. No sé cómo enfrentarme a ella ahora.
Siempre había estudiado piano con la profesora Urquiza, quien había sido como una madre para ella. Pero cuando decidió acompañar a Juan en su negocio, defraudó las expectativas de la profesora.
—No lo sabrás hasta que lo intentes.— la animó Giana —Estrella, estoy segura de que si eres sincera, la profesora Urquiza te perdonará. Eras su alumna favorita y más