La expresión de Joaquín efectivamente cambió, levantó la mirada hacia ella, resopló con frialdad:
—No creas que no sé que te preocupas por ella. Por respeto a los Quiroz, ve a llevarle algo de comer.
—Gracias, Joaquín.
Carolina se apresuró a hablar, mostrando una sonrisa en su rostro.
—Iré contigo.
Joaquín no se sentía cómodo entregándole las llaves, se levantó.
Carolina asintió, pidió a las empleadas domésticas que prepararan la comida y la llevó arriba.
Cuando abrieron la puerta, la habitación estaba completamente vacía.
Carolina pensó que Estrella había ido al baño, dejó la comida que llevaba, empujó la puerta del baño del dormitorio, pero también estaba vacío.
—¡¿Dónde está Estrella?!
El rostro de Joaquín se puso lívido, preguntó con cara sombría.
—Yo, yo tampoco sé.
Carolina también estaba confundida.
Joaquín giró la cabeza y vio la ventana completamente abierta, presintió algo malo en su corazón, caminó rápidamente y vio las sábanas atadas al alféizar de la ventana, su rostro se