Pero aún así bajó el cuchillo que tenía en la mano, solo por esos ojos de Carolina que le suplicaban con tanto dolor.
—¿Cuándo planeas llamar a Juan? —Joaquín siguió presionando.
Estrella habló con indiferencia:
—Tengo mis propios planes.
Un destello astuto pasó por los ojos de Joaquín. No siguió presionando, sino que cambió de estrategia:
—Ya es tarde, quédate a dormir en casa esta noche. Tu mamá tampoco te ha visto en mucho tiempo, siempre te extraña.
Tanto Estrella como Carolina se sorprendieron.
Estrella frunció el ceño. Su padre nunca la dejaba quedarse en los Zelaya, en esa enorme villa no había ni una habitación que le perteneciera, esta era la primera vez que la invitaba a quedarse. Definitivamente algo andaba mal.
Justo cuando iba a rechazar, Carolina ya había tomado su brazo con alegría:
—Estrella, quédate esta noche. Realmente hace mucho que no te veo.
Los ojos de Carolina rebosaban de alegría y amor maternal a punto de desbordarse. El corazón de Estrella no pudo evitar abla