Por otro lado, una madre se encontraba a las orillas de un lago meditando y escuchando todo a su alrededor. Al sentir la presencia de seres que no pertenecían a su misma naturaleza, abrió los ojos de par en par y se levantó de dónde se encontraba arrodillada, se dirigió hacia las escaleras y llamó entre sus labios el nombre de quién la vigilaba desde ya hace varias horas sin que él se diera cuenta.
- Alejandro, sal de ahí hijo mío. -
Titania no tocaba el piso, pero aún así bajo la punta de sus pies crecía rastro de vegetación que a su paso daba la ilusión de que pisaba cada lugar por el que pasaba simulando un rastro, un camino.
Un pequeño zorro negro, con una cola y marcas azules salió con sutileza de entre la oscuridad de las escaleras, y con la cola enredada entre sus patas caminó hasta quedar frente a la reina.
La reina lo obse