¿Frío, ó caliente, ó caliente y frío, ó Frío y caliente ó,…?
Sus pasos eran fuertes.
¿…Frío…?
Todo él era, fuerza, sombra, poder, respeto… miedo.
¿…Caliente…?
Una fachada impenetrable que resguardaba una desquiciada y cruente mente.
¡¿…Frío…?!
Se detuvo en seco y volvió a girar sobre sus talones observando hacia atrás y a su derecha.
— Quizás, caliente…— Susurró tras dar tres pasos y postrarse frente a una elfa doméstica que se encontraba de rodillas amordazada y temblando llorando por su vida.
Se colocó de cuclillas frente a ella mientras las demás elfas yacían en una esquina de aquel sombrío salón hecho de piedra y techo de madera.
Sea donde sea que él se encontrase, traía consigo un miasma tan espeso y helado que hacía titiritar a quién pasara por su lado llevándose consigo cualquier sentimiento de paz, alegría o esperanza… tal como… un dementor.
Frío…
— ¿Dónde está? — Preguntó siseante mirando a la pobre elfa directo a los ojos provocando que la misma se petrificara del miedo.
Sus