Capítulo 54
Mila, al ver cómo mi expresión cambiaba, se inclinó para mirar mi celular. Al leer el mensaje de David, comenzó a gritar indignada.

—¡Condenado desgraciado!

Yo no dije nada. Simplemente miré la pantalla, sintiendo lástima por la Esmeralda del pasado. Quería gritarle, insultarla, ¿cómo podía haber estado tan ciega para amar tanto a un hombre tan despreciable?

Bloqueé a David de nuevo y apagué el celular.

Ya no me importa nada de él y no planeaba prestarle atención. Pero, para mi sorpresa, él no estaba dispuesto a dejarme en paz. Apareció con sus hombres y nos bloqueó el paso a Mila y a mí.

Tal vez porque no le respondí ni las llamadas ni los mensajes, y después de buscarme durante un buen rato, llegó, impaciente y con toda la rabia contenida.

Quiso regañarme con su tono autoritario, pero al encontrarse con mi mirada indiferente, su furia, tan imponente al principio, se desvaneció de repente.

—Esmeralda, es urgente. Por favor, deja de ser así y ven conmigo al hospital.

Al verlo suavizar
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