POV: Danika Klein

No podía moverme.

Era como si mi cuerpo se hubiera convertido en piedra. Me sentía desnuda, vulnerable… expuesta ante todos esos ojos hambrientos que no dejaban de recorrerme con morbo. Quería gritar, quería correr, pero mis pies no respondían. Solo temblaba. Solo lloraba en silencio.

Le rogaba con los ojos a Credence. Le suplicaba que terminara con esa pesadilla, que me protegiera. Que, por una vez, no me usara como un objeto más. Pero no… no lo hizo.

Al contrario.

Me miró con desdén, con esa sonrisa torcida que me helaba la sangre… y con voz autoritaria, como si diera una orden a su perro, me señaló.

—Danika, ve a la tarima. No tenemos todo el día. Entreténnos. Y hazlo bien.

Sentí que mi alma se desgarraba en mil pedazos. El temblor en mis piernas se intensificó, y mis lágrimas ya no eran tímidas, eran torrenciales. Estaba completamente rota. Con esa lencería vulgar pegada a la piel… mientras los hombres reían, brindaban y esperaban a que yo diera un solo paso. Uno