Han pasado dieciocho horas.
He ignorado las trescientas cuarenta y dos llamadas de Luc. Las sesenta llamadas de Carter y las otras cincuenta y cinco de Nick. He pasado de la siete docena de mensajes de cada uno de ellos. Me he encerrado a cal y canto en mi fortaleza secreta en la costa. He pensado en el único lugar donde no podrán encontrarme por unos días, a menos que revisen cada propiedad a nombre de la familia donde crean que me he ocultado, lo cual les llevará tiempo y me lo dará a mí, lo justo para huir otra vez.
Intento racionalizar mis pensamientos y ordenarlos de alguna manera, pero cada vez que lo intento, la frustración me revuelve el estómago y me hace devolver lo que no tengo en el interior. Me siento enferma y a la deriva. Más confundida que nunca y sin saber siquiera qué es lo que debo creer realmente. Ni siquiera la pared color crema, llena de post it de colores y garabatos con plumones, me da una pista de cómo iniciar. Con qué iniciar. Me siento paralizada.
He pasa