Cuando da la una, alguien toca a mi puerta.
He estado todo el día en la oficina, revisando montañas de recibos, planes de ventas y catálogos. San me ha entregado el inventario y lo he revisado meticulosamente nada más llegar. Pero aún queda trabajo que hacer y me gusta cerciorarme de que todo esté en orden. Simplemente me gusta tener mi lugar de trabajo bajo control. No es solo una boutique, es gran parte de mi vida y esfuerzo. Partí este negocio en un pequeño local y, en tres años, he logrado engrandecerlo poco a poco. Incluso cuando mi madre me dijo que no podría lograrlo, sigo aquí y en pie.
Me aparto el cabello del rostro con ambas manos y alzo la voz para autorizar la entrada. Dejo el dossier pesado sobre la mesa y levanto la mirada.
—Claire, tienes una cita — la voz dulce de Tita, quien abre la puerta tímidamente, me hace arrugar la frente.
—No espero a nadie — contesto, confundida.
Ella sonríe y termina de abrir del todo para dejar a la vista a Nick.
—¿Ni siquiera a mí? —