Me siento en el sofá a observar cómo toca el piano en el salón de la casa de Natalia.
¿Hay algo más espectacular que mirarlo desbordar su pasión en la música? No creo que exista algo mejor que ver este espectáculo en primera fila.
Sobre todo, si hace desbordar emociones.
Porque, sí; estoy enamorada de él.
Del hombre de cabellera negra estilo mohicano, piel ligeramente bronceada con tatuajes y aspecto peligroso que se encuentra sentado frente al piano.
No puedo determinar en qué momento ocurrió, pero lo hizo. Hemos sido amigos por muchos años y no era completamente indiferente a lo que él me hacía sentir cuando estaba cerca, pero lo oculté y lo desterré de mi corazón por la maravillosa sensación de lo que significaba tenerlo a mi lado. Creo que no estaba lista para acabar con eso tan rápido y decidí solo quedarme junto a él como su amiga. Lamentablemente, al parecer hay una fecha límite para intentar negar lo innegable y creo que la mía está pisándome los talones con fiereza; todo el recelo por mis sentimientos por él, se han transformado en más que un cariño filial…, y realmente no sé cómo manejar lo que me hace sentir ese hombre.
Estoy enamorada de mi mejor amigo.
El mismo que está tocando el piano alrededor de mi familia, tan ajeno al resto y, sobre todo, tan indiferente a mis sentimientos.
Aunque no puedo culparlo, no he sido realmente clara con lo que siento por él y lo he mantenido conmigo solo como lo que él piensa que somos, amigos. Y eso es lo que más terror me da: ¿Y si arruino lo que tenemos? ¿Y qué tal si él no quiere saber nada más de mí?
Todo ello me destrozaría…
Pero más me lastimaría es el hecho de verlo con otra mujer.
No es como si desfilara con ellas en casa, puesto que jamás ha traído una a las reuniones familiares que tenemos una vez al mes y de las cuales, él puede asistir a un puñado de ellas debido a su agitada vida de artista. Aun así, no puedo evitar pensar en el hecho de que me aterra que un día decidirá dar ese paso.
No sé cómo reaccionaría; o, en realidad, lo tengo claro.
Para comenzar, no volvería a las reuniones mensuales, incluso si me crucifican por fallar.
Me mudaría de la ciudad, incluso si significa trasladar mi negocio. Cambiaría de nombre, incluso si eso significa desaparecer del mapa. Es extremista hasta decir basta, pero no puedo pretender ser solo su mejor amiga y sonreír a la chica que llegue de su brazo, sin sentir que me muero por dentro.
Quién dijo: «sí él es feliz con otra, yo también» ¡Mintió descaradamente!
No se me da el amor romántico. Estar enamorada de él, me atemoriza. ¿Está bien que me sienta así? ¿Y sí solo confundí las cosas? Porque también estoy aterrada de estar confundida. ¿Y si solo estoy enamorada del hecho de enamorarme de él? ¿Sería eso un capricho o una obsesión?
Sin embargo, dentro del hecho que dudo de él, de mí misma, de lo que siento y de lo que no, sigue la misma incógnita que me acompaña incluso al dormir; ¿podré curarme de ello algún día?
—¿Va todo bien?
Mi cuñada se sienta a mi lado, ofreciéndome una cerveza. Me distrae de mis dilemas y de lo torpe emocionalmente que me siento. Le dedico una sonrisa, acepto el botellín y doy un sorbo. Un poco de valentía líquida, me viene de maravilla.
—Perfecta, ¿cómo va todo en el país de los recién casados?
Necesito desviar mi mente a cosas más sanas ¿Y qué mejor que enfocarlo en Natalia? Ella y mi hermano contrajeron nupcias hace un mes y medio, luego de una relación bastante rápida. No puedo negar que son el uno para el otro, como tampoco el hecho de que mi perfecto y arrogante hermano se ha vuelto una masa maleable y enamorada de esta pelirroja fogosa con quién no tuve un buen comienzo. Ambos se complementan y son totalmente asquerosos cuando están juntos; lleno de arrumacos y besos apasionados.
Ella me ofrece una sonrisa pícara y sus ojos verdes brillan de felicidad.
—Divino y agotador… Carter me da los mejores orgasmos de la vida. ¡Adoro estar casada con él!
—¡Oh, por Dios! ¡Eres repugnante! — hago una mueca exagerada, mientras empujo mi hombro con el suyo.
Ella, además, se ha vuelto una gran amiga.
—En serio — asiente, contenta consigo misma. Le encanta escandalizarme —. Me deja cada noche sudada y temblorosa.
—Listo — me levanto de un salto —. No estoy teniendo esta conversación contigo. ¡Es mi hermano! ¡Es simplemente; iug!
Natalia se ríe muy entretenida de mi bochorno y tira de mi mano para que caiga sentada de nuevo.
—Eres mala...
—Lo sé, me gusta ser mala… sobre todo en la cama con él — dice lo último susurrado y me lanza un guiño picarón.
—¡Natalia! — alego, abochornada y divertida.
Esta chica no tiene filtro. La adoro, es una mujer franca y dulce, pero simplemente, a veces no sé cómo el correcto de mi hermano es capaz de estar con ella. Son polos opuestos, en todo el sentido estricto. Y el amor obra milagros, creo. No puedo encontrar otra explicación lógica al verlos.
—Ya — ríe por lo bajo y me agarra del brazo para evitar que vuelva a levantarme —. No mencionaré el sexo con él. Lo juro.
Se pasa un dedo haciendo una equis sobre su corazón, en forma de promesa, aunque viniendo de ella no me lo creo en lo absoluto.
—Más te vale. Cambiemos el tema, si no mancharé la alfombra con vómito y será tu culpa — mascullo pasando la mirada alrededor, evitando a Luc, mientras escucho la risita burlesca de mi cuñada.
La mayoría está aquí, disfrutando de la noche familiar.
Solo faltan Zoé y Nick, pero aun así el ambiente es acogedor. De fondo está encendido el estéreo con canciones aleatorias en volumen moderado y se respira tanta tranquilidad como en una feria circense. Alex, Clark y Carter, se encuentran en la habitación de al lado, jugando en el Xbox y retándose mutuamente, mientras se ríen fuerte y se insultan entre bromas. Brighid está sentada en el taburete de la isleta, pendiente de su móvil, con el ceño levemente fruncido. Fénix habla animadamente con Mason y Alba, en la barra de la cocina, mientras comen pizza y beben cerveza. Debe ser una conversación interesante, pues todos gesticulan con las manos cuando exponen sus puntos. Kammie y Mihrimah, se encuentran junto a la ventana conversando algo entre susurros, se ven algo más apagadas que el resto y me pregunto qué les ocurre; habitualmente son el alma de las fiestas. Todos nuestros padres se encuentran en la terraza del segundo piso, lejos del ruido, los gritos animados de los chicos en sus vídeo juegos y las conversaciones extrañas que se puedan formar aquí abajo.
En cuanto a Luc…
Luc está en el piano, con su mente puesta en las notas, y, aunque no quiero, le doy un vistazo rápido y veo como escribe algo en la partitura, antes de sostener el lápiz entre sus labios y volver a tocar. «Como me gustaría ser ese lápiz...»
—¿Qué tal te ha ido en el trabajo?
—Bien. Ninguna novedad. Las mismas clientas de siempre.
Luc vuelve a detenerse, saca el lápiz de su boca, escribe rápidamente en el papel. Su frente está ligeramente arrugada debido a la concentración.
—Eres tan comunicativa… — suspira con deje dramático.
Me esfuerzo por apartar la mirada.
—En serio. Nada especial ha pasado. No es como si un genio mágico me hubiera concedido tres deseos para arreglar las cosas en mi vida ni nada parecido.
—Ya… — entorna los ojos —. Hoy te he visto más distraída de lo normal, sé que algo debe ir mal.
—¿Y crees que es el trabajo?
—¡Lo sabía! Está viendo alguien — se acerca con su cara sonriente, sus ojos brillan anhelantes de información —. ¿De quién se trata? ¿Lo conozco? ¿Qué tan caliente y sexi es? ¡Cuenta, mujer, cuenta!
Frunzo el ceño en su dirección.
—No estoy viendo a nadie.
—Eso quiere decir que sí — repite mientras su sonrisa se ensancha.
—¿Es qué tengo que jurarlo en sangre? — replicó con sequedad.
¿Qué demonios le picó? Mi última relación fue hace un año, más o menos. Y desde entonces, he tenido una sequía sexual total. Ni ligues de una noche, ni pretendientes…, me las he apañado sola con mi vibrador. Aunque no pienso decirle eso, ni en un millón de años.
—Sí, debes — levanta la palma de su mano para señalar dónde debo hacer el corte —. Ahora dime de quién se trata. A lo mejor te ayudo a preparar el terreno con tu hermano.
Blanqueo la mirada, con un resoplido entretenido ante sus palabras. Sí, tengo un hermano sobreprotector. Pero no lo culpo; por un corto momento en nuestras vidas jóvenes, solo fuimos nosotros dos contra el mundo. Él me protegió de cosas malas y le debo mucho por ello. Me ayudó cuando estuve en problemas y me sostuvo cada vez que me derrumbaba. E incluso ahora, sigue siendo protector conmigo. Lo amo, pero a veces su intromisión en mi vida puede ser un poco agobiante. Vuelvo a desviar la mirada y la poso en Luc. El centro de la habitación y, con algo de miedo, admito que incluso se está volviendo el centro de mi atención. Él toca, para, ladea el rostro, saca el lápiz que sostiene con los dientes y escribe. Vuelve a tocar, se pasa la mano por la mejilla, frunce el ceño pensativo, aprieta los labios con un deje descontento mientras cambia algunas cosas y otra vez de vuelta a la melodía. Es absorbente verlo. Me deslumbra y me siento abrumada por ello. No es bueno quererlo y a la vez se siente tan bien... ¿Cómo un corazón puede estar tan dividido de anhelos y temores?
—Ah, así que de eso se trata... — su voz susurrada casi en mi oído me sobresalta.
Me vuelvo hacia ella y casi tengo su cara sobre la mía antes de que se eche atrás para apoyarse en el respaldo del sofá, con una sonrisa traviesa.
—¿De qué hablas?
Señala disimuladamente en dirección a Luc con su botellín de cerveza.
—¿Ya te has dado cuenta de lo que sientes por él?
Si no hubiera estado sentada, estaría de cul0 en el suelo en este momento.
—¿Di-disculpa?
—Por Luc — rueda los ojos como si fuera una obviedad —. Ya sabes, el que se supone es tu amigo — se toma la libertad de hacer sarcásticas comillas con los dedos —, pero con el que quieres tener más que amistad…
Abro y cierro la boca, varias veces, sin saber que contestarle mientras ella se limita a beber un trago de cerveza mientras me mira con una chispa de humor y altanería.
—Perdí la apuesta el mes pasado — prosigue encogiéndose de hombros mientras observa a Luc un momento antes de volver a mí. «¿Pero qué diablos…?» —. Perdí esperando de que te dieras cuenta que tu relación con él había cambiado hace mucho — chasquea la lengua con un suspiro mientras se yergue y su mano de uñas de brillante azul se posa sobre mi antebrazo —. Aunque es bueno que al fin te decidieras. Estoy completamente de tu lado, así que solo debes decirme cómo y cuándo fue que los astros se alinearon para iluminarte al fin y si ya has hablado acerca de eso con él.
—No puedo creer lo que me has dicho… — farfullo, indignada.
¿Qué demonios es eso de una apuesta con mi nombre?
Le lanzo una mirada cortante que no surte efecto en lo absoluto, esta mujer desatada ni se inmuta ante mi molestia.
—Que sepas que fue bastante dinero.
—¡Ustedes realmente son…!
Me muerdo los labios, enojada. «¡Oh, Dios!» ¿Qué clase de amigos tengo?
—Relájate — se ríe y empuja mi hombro juguetonamente —. Todos están de tu parte.
—¿Eso es un consuelo?
—Para nada. Solo demuestra que tenemos más fe en ti, que en él.
Reprimo un gruñido. No ayuda nada a mi causa saber que todos mis amigos sabían que estaba enamorada de Luc. Tampoco es como que importe ahora. Nos hemos distanciado desde que llegó de la última gira. ¿Será que eso le dio una señal? ¿Estará molesto? No he cortado de raíz la relación, pero me he mantenido a una distancia prudente. ¿Será la locura un efecto colateral del amor?
—Deberías hablar con él — murmura.
Aparto nuevamente la mirada de Luc. ¿Cómo es que siempre termino con los ojos en él? Incluso si estoy molesta con ella, eso me sorprende. ¿Debería arriesgarme a eso justo aquí?
—¿Lo crees?
Odio la vacilación en mi voz, pero estoy aterrada.
—Claro — sonríe con suavidad, dándome ánimos—. Mereces salir de la incertidumbre del corazón. Y él merece saber que lo amas.
—¿Lo merece?
—Tal vez no. Pero tú, sí. Mereces ser libre y él no va a dejarte en libertad tan fácilmente.
—¿Por qué lo dices? — cuestionó, arrugando la frente.
¿Ella sabe algo que yo no? ¿Qué insinúa? Pero Natalia no contesta, solo sonríe y sé que no aportará nada incluso si la amenazo. Así que, en cambio, pregunto;
—¿Cuándo?
—¿Por qué no ahora?
—¿Ahora…, ahora? ¿Justo en este momento?
—Estás protegida — lanza un guiño, mientras se levanta —. Si hace algo mal, podré golpearlo en las pelotas. Si hace algo extremadamente bien… — se encoge de hombros con su media sonrisa sugerente —, me tendrás aquí deteniendo a tu hermano y a tu padre, para que no lo golpeen en su bonito rostro.
—No creo estar lista.
—Lo estás. Solo hazlo — anima, luego rodea el sofá para ir hasta la cocina y la observo unirse a la conversación con naturalidad.
Trago en seco y enfrento al hombre detrás del piano.
El hecho de que sienta las tripas cómo en una licuadora, ¿es culpa de que quiera revelar la verdad, de que esté a punto de revelarla, o de que me da miedo que la sepa?
¡Demonios! Soy un mar de nervios mientras intento ordenar mis ideas. Debo levantarme, caminar, conversar y decirlo. En ese orden, sin más ni menos.
Me obligo a recordar que no debo gritarlo, no debo parecer alterada ni debo sorprenderme si algo no sale como lo espero… porque realmente no debo imaginarme a Luc poniéndose de pie, hincando la rodilla en el piso, tomando mis manos y prometiéndome un «para siempre».
Eso no sería propio de Luc. Tal vez de mi idealizada mente, pero no de él. Luc no es un hombre que se enamora o de una relación duradera, ¿será por eso que estoy hecha un mar de extremidades temblorosas? ¿Qué es más terrorífico; saber que no me ama o intentarlo y arruinarlo para ambos?
Debo dejar de pensar y actuar de una vez.Dejo el botellín de cerveza sobre la mesita a mi lado e intento levantarme, pero me detengo de sopetón al ver el atractivo gesto de su robusto y fuerte brazo, alzarse para peinar su cabello con los dedos, desordenándolo un poco. Parece un poco frustrado mientras escribe algo con rapidez, se está mordisqueando la esquina del labio mientras lo hace y el metal en la comisura de su boca brilla bajo la cálida luz artificial del salón atrayendo mi atención un instante.Su cuello grueso flexionándose mientras ladea la cabeza, hundido totalmente en sus reflexiones, mientras sus ojos estudian el garabateo de su trabajo y sus manos fuertes trabajan con rapidez antes de abandonar el lápiz y volver a tocar.Tan ensimismado, tan entregado a la música, tan concentrado en su propio mundo mientras entreabre esos labios y comenzar a moverlos tan imperceptiblemente que casi no se nota. Está cantando…, él está concentrando en su propio mundo de papel y melodías,
Me reúno con el personal en la sala de empleados para un merecido descanso. Mi apetito anda perdido por algún lugar de la galaxia y, en cambio, solo me queda ansiedad para reemplazar el hambre. Aun así, me obligo a comer un par de galletas de avena y chocolate del tarro comunitario, mientras acompaño a las demás con un café.El trabajo me ha ayudado a sobrellevar los días desde el domingo. Trabajar duro es lo que mejor se me da; me distrae, me cansa y evita que piense en cosas que no debo. Sin embargo, estaría mintiéndome si dijera que mi mente no divaga de vez en cuando.En los tres días en los que he eludido a Luc, de todas las maneras posibles, me he convertido en un avestruz. Un cobarde avestruz que esconde la cabeza para no pensar en él. Y el hecho de que casi nos besáramos agrava aún más la situación de engañar a mi cabeza, y corazón, de no querer verlo. Pero, ¡Por un demonio!, quiero saber de él con tanta desesperación que siento que me falta el aliento.No me importa si solo
Una voz masculina que conozco más que cualquiera, hace que alce el rostro de la sorpresa. —¿Qué haces aquí? — pregunto levantándome de golpe, la silla chirria contra el suelo y tengo que sujetar el respaldo para no dejarla caer. —Dije que vendría — declara, sonriéndole a mis chicas. Frunzo el ceño y doy un vistazo a mi reloj de pulsera: no han pasado ni veinte minutos desde que me ha escrito y ni siquiera aún dan las seis.Lisa y Tita se levantan y casi hacen reverencia al verlo. Ambas están juntas y sonríen tímidamente a la sonrisa encantadora que él les dedica. Sí, es el maldito Luc Cox. ¿Es qué acaso es la primera vez que lo ven?Las observo a ambas y ellas, captando el claro mensaje de advertencia silencioso, se disculpan y salen de la habitación con torpeza, no sin antes dedicarle caídas suaves y nerviosas de pestañas al rockero guapo, sexy y encantador que tengo delante. Sí, es Luc Cox. Sí, su mald¡ta banda está dominando el mundo entero.Sí… ¡Mald¡ta sea, sí! Estoy deslumb
Luc acorta la distancia conmigo y me arrebata el teléfono de las manos, acabando la llamada con violencia. —¿Qué demonios te pasa? — alego e intento quitárselo, pero es inútil porque aleja el aparato con rapidez.—No, Claire ¿qué diablos pasa contigo? — me increpa de mal humor, señalándome de forma acusadora. Su voz dura y fuerte me hace dar medio paso atrás con sorpresa. Pero su ceño fruncido podría ser fácilmente el reflejo del mío.—Es mi teléfono y, si no te diste cuenta, estaba hablando con alguien — tiendo la mano para que me lo devuelva, pero no hace caso. —Escuché su nombre, Claire — gruñe.—¿Y eso qué? —¿En serio quieres que esté tranquilo mientras hablas con ese gilip0llas? — masculla.Lo miro desconcertada por su áspera actitud. Pero, ¿qué demonios le pasa? ¿Por qué se comporta como un imbécil?—¿Qué tiene que ver eso ahora? — cuestiono, con las manos en la cintura —. Me estaba llamando a mí, no tiene que ver contigo. Me observa de arriba a abajo con frustración y clar
—Entonces… — susurra pensativa, mientras lleno mi copa de vino pasando de su mirada preocupada —. ¿Vas a quedarte toda la noche bebiendo como una tonta?—No, solo hasta que él — señalo mi pecho en dirección a mi corazón —, esté lo suficientemente adormecido como para no sentir nada y poder irme a casa. —En ese caso, te saldrán raíces sentada a la espera de que eso pase— suspira y alza su copa para beber un trago. De fondo suena un replay de jazz instrumental y el bar al que he venido por años, se mantiene tranquilo y sereno. Todo aquí es de estilo industrial, algo rústico, privado y ubicado en un sótano. Me gusta.La barra de madera oscura donde estoy sentada con Natalia casi está desierta y en los reservados y mesas, apenas hay unas cuantas personas salpicadas aquí y allá. No hay ruidos energéticos ni conversaciones a alto volumen. Aunque, con una botella de vino completa en el cuerpo, y media más que me estoy embutiendo, no sabría decir si estoy acertada o no. Sin embargo, no creo
Sabrina me mira sentada desde el borde de su cama.Su reflejo claro y pensativo, mientras me observa con los brazos cruzados y su rostro ligeramente ladeado, me está poniendo de los nervios. Dejó la barra del labial sobre el buró, atuso mi cabello corto, que está justo a pocos centímetros de mis hombros, y me paso la mano por la tela del vestido azul marino ajustado con escote asimétrico. —¿Qué tal? — pregunto, volviéndome sobre mis tacones de infarto. —¿Te digo la verdad o miento? Blanqueo la mirada y me dirijo al tocador para empacar lo necesario en mi diminuto bolso de mano. —La verdad. Siempre la verdad — respondo, dándome un repaso de nuevo en el espejo y acomodando la corta y delgada gargantilla de oro blanco, con el colgante de una solitaria y pequeña estrella.Me gusta mirarla. Mucho más porque él me la ha regalado. Es un toque especial que pienso llevar a la fiesta de hoy con orgullo. Es la respuesta a mi propio pequeño secreto. Una señal que llegó hace algunas noches en
Three está a rebosar de personas. Todos entusiasmados bailando en la pista, con la música a alto volumen, o bebiendo por la celebración que se lleva a cabo. Me paseo por la orilla del segundo piso, sosteniendo una copa de champán en una mano y pasando los dedos sobre la barandilla de metal pulido con la otra, mirando atenta la pista de cristal y luces de colores intermitentes que cortan el rostro de las personas eufóricas que bailan, gritan y ríen. Suspiro pesadamente, por enésima vez, a la vez que me detengo a la mitad del piso. Las conversaciones aquí arriba son variadas y energéticas, pero no me apetece unirme a ninguna. Es más, las ansias que he traído se han multiplicado, al igual que las llamadas de Tristán. Miro a mi alrededor y camino a la terraza, donde hay algunos pequeños grupos que disfrutan la fiesta bajo la noche estrellada. Todo es glamour y furor, pero para mí se ha resumido a los nervios. No he podido verlo aún, pero sé que está aquí porque he escuchado hablar de é
M¡erda. ¡Reacciona, Claire!Mi cuerpo está paralizado, el miedo me invade. El horror me consume. Intento mirar a mi alrededor, a ambos lados, pero todos se encuentran detrás de nosotros hablando animadamente, nadie está cerca. Quiero gritar, en serio quiero hacerlo, pero nada en mí coopera. Mi respiración agitada, un nudo en mi estómago y mi corazón golpeando mi esternón con tanta rudeza que creo que terminará por escapar. —He estado viéndote pasear. Estabas tentándome, nena. Estabas pidiendo esto a gritos, ¿no es así? — él aprieta mi pecho, robándome un jadeo. Intento apartarlo, alzo las manos para empujarlo, pero él malentiende mi movimiento y separa la otra mano del barandal para meter su mano bajo el dobladillo de mi vestido y tocarme por encima de las bragas. —Basta — me remueve, inquieta. No lo quiero tocándome. No quiero sus dedos en mí. —¡Basta! — exhalo, con las lágrimas desgarrando mis cuerdas vocales. —¡Quédate quieta, pequeña puta de m¡erda! — exclama en mi oído.