Capítulo 11

El sudor recorría mi cuerpo por completo. Estaba a horcajadas, con las manos apoyadas en mis rodillas. Movía mi cintura de forma rítmica, se sentía delicioso. Las gotas bajaban por mi barbilla hasta mi senos. Ahí quedaban retenidas por las manos larguiluchas de Elías. De pronto, él soltó una de ellas y me agarró del pelo. Se incorporó de la silla donde estaba sentado conmigo encima y dio varios pasos hacia delante mientras todavía me tenía penetrada.

Apoyé uno de mis brazos contra la pared y me hizo quedar casi a cuatro patas. Comenzó a bombearme más y más duro. Soltó el pelo y mi seno, no sin antes dedicarme un pellizco. Me sujetó por las caderas y continúo con su vaivén.

Elías había sido alumno mío durante mis tiempos en la Facultad de Matemática. A los tres años de haber comenzad

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