Capítulo 26

— Consiguió engañarme muy bien, señor Gárciga — exclamé mientras Uriñes, el sujeto calvo y yo nos sentábamos en la sala de interrogatorios de la comisaría.

El funcionario de Helios Gestoría me dedicó una mirada llena de chanza. Apoyó los codos sobre la mesa y colocó su barbilla sobre sus manos. Era evidente que se burlaba de mí, de toda la investigación. Sin embargo, ahora estaba aquí. ¿Qué ganaba con descubrirse ante nosotros?

— Como le dije en nuestra entrevista anterior, inspectora, soy un amante del anonimato.

Uriñes observaba al sujeto reclinado hacia atrás en su silla. Al cabo de unos segundos, se colocó en la misma posición que el entrevistado. Ahí comenzó el interrogatorio.

— Señor Gárciga, tenemos constancia de una serie de pagos hechos en su nombre a

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