La mañana llegó y el sol se escondía entre espesas nubes blancas dispuestas a dejar correr sus lágrimas en señal de duelo. Vilma no se había apartado del féretro de su hija, por momentos se contenía para minutos después desbordarse en lágrimas y culparse de la partida de su querida hija, era una chica llena de vida y sueños, parecía dormir a ojos de su madre quien deseaba que todo aquello fuera una pesadilla. Por momentos llegaba la sensación de llamarla esperando que ella abriera sus ojos y todo volviera a la normalidad.
Edna y Madelin pasarían para llevar una corona a la familia, estarían una hora en compañía de la familia.
-La madre de la señora Vilma es fuerte, no ha derramado ni una lagrima-.
-A veces la gente solo quiere proteger su fragilidad-. Afirmó Madelin.
Edna meditó en aquellas palabras, eran tan acertadas.
-Cuando muera yo, no quiero que llores Edna. Estoy preparándome para ir un lugar celestial, últimamente he soñado con la abuela Dorothy vestida de blanco, creo que mi