Matteo
Dio, dio, jamás había saboreado algo tan dulce como su coño, mi bella esposa parece toda una aparición, su cabello esta revuelto por toda la cama, sus mejillas rosadas por su orgasmo, su respiración agitada y sus labios entreabiertos para poder respirar mejor, están inyados por mis besos y por sus mordidas, mientras me comía su coño, observe como se mordía sus labios y solo quería pasar mi lengua por ellos y tenerla.
Coloco la punta de mi polla en su entrada y ella deja salir un suspiro de nerviosismos, pero sus ojos están envueltos en llamas de pasión, deseo y lujuria.
- Pon tus manos en mi espalda – le indico, me acerco mas a ella para poder estar junto a ella, me molesta lastimarla, pero solo será esta vez me prometo – esto dolore un poco, iré despacio, si te sientes incomoda o duele mucho me dices y me detendré para darte tiempo para que puedas adaptarte ¿vale?
- Vale – poco a poco voy introduciendo mi polla, aprieto mi mandíbula su cu coño esta empapado y apretado, joder,