Narrado por Fatima Hneidi:
Han pasado dos semanas, catorce días, trescientas treinta y seis horas.
He creído varias veces que todo va a pasar.
Que voy a ausentarme de los sentimientos que me hacen sentir miserable.
Que debo agradecer estar viva, encontrarme de algún modo, olvidar la penumbra y amar la vida que Allah me regala.
Pero no es así.
No quiero levantarme. Dos semanas después, me cuesta hacerlo. Sigo sintiéndome triste, no sé ha ido la desolación.
Mi cuerpo pesa como si estuviera hecho de piedra. La cabeza me duele, el estómago está revuelto, se ha vuelto parte de mi rutina matutina, y siento que cada célula de mi cuerpo está en huelga. No sé si es tristeza, agotamiento o simplemente el resultado de tantas noches sin dormir bien. Me quedo acostada unos minutos más, mirando el techo, deseando que el día no haya comenzado. Pero ya lo ha hecho. Y tengo que ir al trabajo. Es lo único que me mantiene en pie. Saber que hay personas que están pasando por situaciones tan degrad