Narrado por Mariano Hans:
Despierto sin más.
No hay sobresalto, ni dolor agudo y mucho menos drama. Solo una conciencia repentina de que estoy aquí, en esta habitación que no reconozco como mía, con el cuerpo aún adolorido y la mente más despierta de lo que debería. El techo blanco me recibe como si fuera el mismo que he visto en sueños, pero esta vez no hay sueño. Estoy despierto. Vivo. Y aunque mi vida sea una mierda en este momento, estoy agradecido de seguir con vida.
A mi lado, sentado en una silla de madera que no va con su siempre elegantísimo traje, está mi padre.
Mario.
Repentinamente, recuerdo cuando yo quería ser igual a él.
Mi papá me observa con una mezcla de alivio y preocupación. Tiene los ojos cansados, como si no hubiera dormido en estos últimos días. Su postura es rígida, pero su mirada es compasiva. No dice nada al principio. Solo me mira. Y yo lo miro a él.
No se por qué...
—Estás despierto. —dice al fin, con voz baja.
—Sí. —respondo, sin emoción.
Silencio.
P