Narrado por Fatima Hneidi:

¿Hasta cuando voy a ser presa de esta maldición?

¿Qué quieren hacer conmigo, recluida en esta cárcel?

¿Tengo algún valor adicional, estando presa?

¿Por qué no me matan y ya?

¿Por qué me quieren alargar el sufrimiento?

Estoy dormida. Creo que quiero dormirme. O al menos eso creo. Porque en este lugar, donde la luz apenas se filtra por una rendija y el aire huele al maldito encierro, dormir no es descanso, es evasión a la realidad desgraciada en la que estoy viviendo. Me he acostumbrado a la monotonía, a contar los segundos entre cada sonido, a imaginar que el mundo sigue girando allá afuera mientras yo permanezco aquí, suspendida en el tiempo que no va a perdonar los días en que me tienen aquí, como un mueble viejo. Suspendida en mis sentimientos que no tienen explicación.

La puerta se abre. Doy un saltito al escucharla. Me pongo en alerta máxima.

No hay aviso. No hay cortesía. Solo el chirrido metálico que me recuerda que esta habitación no es mía, q