El impacto.

—¿Qué hace una mujer semidesnuda cenando contigo a solas, Mariano? ¿Me estás tomando el pelo diciéndome que me calme? —la voz de la mujer retumba en el salón con altanería. Su tono es furioso, su mirada, una mezcla de incredulidad y rabia.

Mi cuerpo se paraliza. Mi corazón late con violencia y a la vez no puedo evitar el miedo, parece como si quisiera escapar de mi pecho. Mi mente intenta conectar los puntos, pero se niega a aceptar lo que está viendo. Hace exactamente ocho años que no veo a mi hermana menor. "Kiara" tenía once años cuando me enviaron al internado. Era la luz de los ojos de mis padres, la niña que me abrazaba cuando lloraba, que me escribía cartas con dibujos de flores y corazones.

Hoy... Esta mujer que grita frente a mí, con su cuerpo esbelto, su rostro maquillado y su actitud altiva, no puede ser ella. No quiero asimilarlo.

—Por amor a Dios, Kiara, ella está aquí por negocios. Es la abogada de la firma ambiental que lleva meses presionándome. Le pedí que viniera a cenar para hablar del caso. No sabía que era tu hermana. —dice Mariano, con una gota de sudor corriendo por su frente. Su voz tiembla, y por primera vez desde que lo volví a ver, parece vulnerable.

Me pongo de pie, aún con la camisa prestada que huele a él, aún con mis piernas parcialmente descubiertas. Me siento expuesta, humillada, pero no puedo quedarme sentada.

—Esto es un malentendido. —digo, intentando sonar firme, aunque mi voz se quiebra en la última sílaba.

—¡Tú cállate, lagarta! —exclama Kiara, colocándose justo frente a mí. Su mirada me atraviesa sin disimularlo.

Mi piel se eriza. Su nariz, sus pecas, su forma de fruncir el ceño… no hay duda. Es ella. Es "Kiara".

—¿Kiara...? ¿Eres tú? —susurro, sintiendo que el corazón se me contrae, como si alguien lo estuviera apretando con fuerza.

—¿Qué estás diciendo? —pregunta ella, confundida, buscando a Mariano con la mirada.

—Soy yo, Fatima. Tu hermana. —insisto, dando un paso hacia ella.

Por un momento, su expresión cambia. Hay una chispa de reconocimiento. Pero se apaga tan rápido como aparece.

—¿Y estás intentando joderme la vida porque mis padres me prefieren a mí? ¿Por eso te estás acostando con mi prometido? —me lanza, con veneno en la voz, mientras toma la mano de Mariano.

"Prometido". 

La palabra me cuesta procesarla. Me deja sin aire. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo mis padres permitieron que Mariano, siete años mayor, se comprometiera con Kiara? ¿Cómo es que él nunca lo mencionó? ¿Cómo es que me miró como si aún quedara algo entre nosotros?

Y Mariano... ¿por qué no dice nada? ¿Por qué me coqueteó? ¿Por qué me hizo creer que aún había algo entre nosotros?

Las lágrimas empiezan a caer. No puedo detenerlas. No quiero. Me siento traicionada, ridícula, rota.

—No llores, Fatima. Tenemos que aclarar esto. Te prometo que no es lo que parece. —susurra Mariano, acercándose, con una expresión que mezcla culpa y desesperación.

—¿Vas a seguir negando que te acuestas con esta loca? —le espeta Kiara, sus ojos ardiendo.

—Kiara, estás equivocada. Fatima vino por trabajo. Se vistió así porque tuvo un accidente con su coche. —responde Mariano, sin mirarla. Su mirada sigue clavada en mí, como si quisiera que le creyera, como si eso bastara.

—Esta zorra lo planeó todo. Pero no me desgastaré más. Mi padre se enterará de esto, y te arrepentirás de haberme engañado. —dice Kiara, dándose la vuelta con un movimiento teatral.

—¿Por qué hablas de mí con tanto desprecio? Éramos tan unidas... —suelto intentando no soltar el llanto, sintiendo que cada palabra me cuesta una parte de mí.

—Porque siempre fuiste una vergüenza. Por eso te sacaron de nuestras vidas. Porque eres una mala influencia. Pecadora. Malagradecida. Y lo que estás haciendo para vengarte, te juro que lo vas a pagar. No solo Allah te castigará por ser como eres. Me encargaré personalmente de que mis padres te hagan entender tu jodido lugar, y a ti también, Mariano. —escupe Kiara, cada palabra destruyendo lo poco que quedaba de mi esperanza en una vida tranquila.

Se marcha. No mira atrás. Mariano no la sigue. Se queda frente a mí.

El silencio que queda es espeso. Me cuesta respirar.

—¿Por qué me hiciste esto? —pregunto, sintiendo que el llanto me ahoga.

—No sabía que iba a aparecer. Te lo juro. Quería hablar contigo, aclarar mi situación. Sé que piensas que soy un patán, pero hay cosas que no sabes. —dice, tomando mi muñeca con delicadeza, guiándome hacia la silla.

¿Malentendido?

¿Cree que podemos seguir cenando como si mi mundo no se hubiera vuelto a romper?

—Aquí no hay nada que aclarar, Mariano. Sigues siendo el mismo mentiroso y cobarde de siempre. No sé por qué pensé que tu palabra valía algo. —digo, y camino hacia mi coche, sin importarme mi ropa, ni mi aspecto. Nada importa más que salir de aquí.

—Fatima, por favor. Viniste por un documento. Hablemos como adultos. —insiste, aferrándose a la manilla de mi coche.

—Que lo firme otro abogado. Hay suficientes “mata tierras” para mantenernos ocupados. No voy a quedarme desempleada. Adiós, Mariano. —respondo, presionando el encendido. El motor ruge, tose, y finalmente arranca al cuarto intento.

—¿Vas a irte así, Fatima? ¡Eres una terca de m****a! —grita Mariano, llevándose las manos a la cara.

Piso el acelerador. El portón se acerca. Intento frenar.

Nada.

El coche no responde. El volante vibra. El mundo se vuelve ruido y velocidad.

Impacto.

El golpe es seco, brutal. El vidrio estalla. Siento el corte en mis piernas antes de verlo. La sangre corre. El dolor llega como una ola que me genera susto, pero a su vez, no puedo saber si me duele más la carga emocional que siento, o el dolor físico. 

Las voces se distorsionan. Gritos. Pasos. La voz de Mariano, desesperada. Aunque para mí, no significa nada. 

Pero yo... no puedo moverme.

No puedo hablar.

No quiero escuchar.

El dolor se apodera de mí. Lo siento en cada fibra, cada músculo, cada rincón de mi cuerpo. El aire se vuelve pesado. El mundo se oscurece.

Quizás esto sea lo más cerca que he estado de la paz.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP