Luego me giraron bruscamente hacia ellos. Me empujaron hacia adelante y me apoyé con las manos en el colchón de la cama. Nikita me agarró del pelo con el puño y tiró con fuerza hacia él, yo me incliné bruscamente hacia atrás y me senté sobre su pene. Nikita gruñó y repitió la maniobra. Me tiraba con fuerza del pelo y, de vez en cuando, me daba palmadas en el trasero. Yo misma empujaba mi trasero hacia su ingle, sentándome bruscamente sobre su pene. Gritaba de placer e incluso oía los gemidos sordos de Nikita cuando me empujaba bruscamente, metiendo su pene hasta el fondo. Me daba palmadas en el trasero y yo ya había comprendido hacía tiempo que él también disfrutaba con eso.
Todo cambió cuando Nikita cubrió bruscamente mi cuerpo con el suyo, yo me apreté contra la cama, ya que no podía soportar su peso. Pero parecía que eso era lo que Nikita quería. A ambos lados de mi cabeza volví a ver sus fuertes manos tatuadas, ¡como entonces en el baño! Su cuerpo me apretaba aún más contra