Mohán muestra una sonrisa de orgullo, o eso creo, porque sus ojos expresan algo más.
—Al parecer, me han descubierto. Usted realmente, hace gala de su nombre, señor Rogel Batiosta.
—Es Lamar.
Dijimos ambos a la vez y nos miramos mientras tomábamos nuestras manos. Le sonreí y asentí, aceptando que estoy con él en eso, no iré a ningún lado a ser encerrada.
—Está bien, ya veo que ambos están de acuerdo en esto.
—No voy a ir para que me terminen encerrando en algún lugar. Sabes que soy de estar en el frente y si no es, así no vale la pena.
—Y tú sabes que lo que dijo tu esposo es real. Nadie pondrá en peligro a la próxima generación.
—Bien… si mi hermana no va, llévame a mí.
Me giré a mirarla. Estaba sorprendida por sus palabras. ¿Es que se ha vuelto loca?
—Tanila… no debes…
—Sahar, tú has dado suficiente por nuestro pueblo y no dejaré que mi sobrino o sobrina corra peligro. Pero también como descendiente de la realeza tenemos un deber. Yo iré y me aseguraré de que encuentren a nuestro pri