Olvidé tu rostro, pero no tu voz y estoy segura de que tu mirada no me dejara escapar, pero te advierto, no tengo interés en ser el juguete de nadie.
Ya no soy una presa.
Isabella
El ambiente se caldea, el sudor humedece el sofá, mi espalda se despega una y otra vez de la superficie. Coloca sus manos por debajo de mis muslos y empuja llevándome las rodillas hasta el pecho, estoy completamente expuesta para su placer.
Lame… lame… lame… su lengua se convierte en un calvario… un dulce calvario que me raspa la garganta en cada grito y gemido. Esta noche jamás en mi vida podré olvidarla, ni en mil años ni en mil vidas.
—Eres exquisita, no puedo parar de comerte el coño. —Su aliento caliente acaricia mi clítoris—. Eres mía, solo mía y me voy a encargar de que nunca lo olvides —añade con voz ronca.
—Solo por una noche soy todo lo que desees… —le recuerdo aferrándome a las últimas gotas de razonamiento que me quedan.
—Ya veremos. —Sus palabras se oyen como una promesa, sin embargo, me olvido