Danzo con el diablo, me visto con su oscuridad, dejo que sus manos me guíen y que mi alma acepte complacida el destino que su boca le ofrece.
Isabella
Los primeros acordes musicales de un tango llenan el espacio provocando que mis latidos se aceleren. Alexander me rodea con pasos lentos mientras una de sus manos se desplaza alrededor de mi cintura, al llegar de nuevo delante de mí, sus dedos dejan un cosquilleo en la piel de mi brazo al subir hasta mi hombro.
Cierro los ojos y disfruto de la caricia dejando que mis manos se adhieran a su torso y asciendan hasta tocar los músculos de su pecho. La melodía da un golpe y enseguida mi cintura es aprisionada por su otra mano y mi cuerpo lanzado hacia el de él.
Sus pies se mueven al ritmo de la música, me guía y en silencio le indica a mi cuerpo que se mueva. Lo hacemos, hacemos el amor mientras la voz de una voz nos transporta a un espacio solitario en el que puedo dejar que la pasión explote.
Contengo la respiración a cada paso, mi corazón