Mi vida no inicio en una tierra diferente, sino cuando con otra piel, otros labios, otras caricias, otro deseo, el destino bebió con frenesí todo mi dolor y lo convirtió en lujuria.
Isabella
Estados Unidos me recibe con un frío y lluvioso día, el cielo gris se iguala a mi estado de ánimo y me avisa de que esto es lo que me espera la mayor parte del tiempo, pero estoy acostumbrada a la niebla y al esmog. Aspiro con fuerza al bajar del avión. La humedad traspasa mi alma y la envuelve con su triste melodía.
Curvo los labios en una sonrisa simple, decidida a demostrarme a mí misma que sí puedo empezar desde cero.
Un auto me espera al salir del aeropuerto, mi papá arregló todo para mi llegada. El conductor me entrega las llaves y la dirección del departamento en el que estaré viviendo, luego de ayudarme a subir el equipaje.
—Espere —pido antes de que suba la cuarta maleta—, solo llevaré esta, las demás llévelas por favor a casa de mis padres y déjelas en mi habitación. —Se supone que quier