Dos palabritas han hecho que mi
mundo se detenga y que fingiera estar
dormida en cuestión de segundos.
Soy una cobarde.
A dicho que me quiere y yo...yo me
duermo. Sé que lo quiero y se que
estoy enamorada de él, pero, no sé si
seré capaz de decir esas dos palabras
en voz alta aún.
-Eh...arriba...dormilona, despierta.
Gruño, giro y hundo mi cara en la
almohada. Un suave contacto recorre
toda mi columna vertebral, desde mi
nuca hasta mi espalda baja. Cuando
menos me lo espero me dan un azote
y pego un brinco.
-¡Ay!
-Es lo único que te despierta ¿eh,
pequeña?.- Refunfuño y termino poniéndome boca arriba. Me
apoyo en mis codos y miro mal a Ignacio. Pero, mi cara se va al verlo y él
sonríe arrebatadoramente. -Buenos días, preciosa.
-Buenos días...-susurro sonrojada.
Dios... En este momento al ver el bulto
que se hace en su chandal compruebo
la teoría de Angela.
Casi siempre despierta con su entrepierna activada.
Ignacio nota lo que veo y me quedo
sin habla al ver lo que hace. Esta de
perfi