—Desde el primer
momento en el que te vi me has atrapado. Te veo sonreír y juraría que es ver a
un lindo ángel que se comporta como un pequeña fiera cuando se enoja —dice con
una
sonrisa ladeada. Eso me arrebata una sonrisa. — Juro que
nunca me enamoraría después de que me dejaron con el corazón hecho trizas en el
altar...pero has llegado tú y has mandado al carajo mis planes.- Río y Ignacio
sonríe. —¿Por que eres tan hermosa?
Me ruborizo y niego. Debe de estar
borracho. Miro sus ojos y un escalofrío me recorre al ver
que no es así. Esta siendo sincero en su estado sobrio.
-Dímelo tu-replico y sonríe más. Se
ve más relajado así—. Tú me elegiste
como tu esposa.
Toma mi rostro entre mis manos y sus
ojos brillan fascinados al ver como
ruedo los ojos.
-Te elegí por más de mil razones.
—¿Y esas mil razones son buenas?
-La mayoría. Si.- Lo miro mal y termino riendo. Me gusta
esto. Me gusta no pelear y gritar con él. —Perdona lo del otro día.- Suspiro y
niego. No quiero recordar
aquello. —He