—Creo que deberías pensar solo por un momento lo que vas a decir —Auguste fulmino con la mirada Louis Legrand—, no creas que, porque eres mi primo, puedes abrir tu bocota y decir lo que se te da la gana de ella.

Louis soltó un bufido.

—Vamos primo solo estoy haciendo una broma —dijo Louis tomando su bebida—, sé que eres muy delicado con el tema de tu mate, te prometemos que no la molestaremos más. No quisiéramos fastidiarte.

Auguste resopló mirando a todos los presentes. Su grupo más cercano en Francia estaba presente disculpándose por lo de Margot presente en el recibimiento de Liana. No obstante, sus disculpas parecían vacías y solo confirmaba que no aprobaban a Liana.

—Ustedes no entienden —Auguste se rindió, no podía hacer nada más con los idiotas presentes—, no es que no quisiera que la molesten, temo por ustedes. No tienen idea de con quién se están metiendo.

—Ya sabemos que trajo su séquito de demonios —Philippe, su mejor amigo maldijo comiendo uno de sus piqueos de carne—, sus