Jacking me mira sonriente, como si no pudiera creer que lo esté reclamando de esa manera delante de todos. Me atrae otra vez hacia él y me dice al oído, en un susurro:
—¡Sí, soy tuyo, solo tuyo, mi Luna! Y me besa donde está su marca, haciendo que me estremezca completamente. Me separo y lo alejo mientras lo miro seriamente. —¿Qué crees que estás haciendo? —le espeto, sin intención de contener mi enfado—. ¡Te quiero lejos de esas lobas! ¿Me escuchas? ¡Sabes de lo que soy capaz si me molesto! Él me mira con calma, como si ya estuviera preparado para cualquier cosa que dijera. Aquello solo me enfurece más. —Pero, mi Luna… solo estoy trabajando —responde con simpleza. —¡No te hagas el desentendido, Jacking! —me muerdo las palabras, furiosa&mda