34. CURANDO A AMONET
No puedo creer lo que acaba de pasar: ¡acabamos de hacer el amor con nuestra Luna! ¡Todavía tiemblo de placer! Mi Luna se ha quedado dormida en mis brazos. ¡Me ha dicho que me ama!
—Jacking, fue muy bueno lo que pasó —escuché a Mat en mi cabeza—. Pero nuestra Luna está muy confundida; estoy realmente preocupado.
—Mat, también estoy preocupado —le digo a mi lobo—. Por ahora, debemos dejar que Isis haga lo que quiera.
—Sí, pero sabes que no podemos permanecer siendo Alfa Supremo todo el tiempo. ¡Eso acabaría con nuestra energía vital! —me recuerda con preocupación.
—Se lo haremos entender, Mat —dije con un suspiro.
—Tenemos que trazar un plan para que nos perdone —dice mi lobo, desesperado por que Isis nos perdone.
El suave respirar de Isis en mis brazos es lo único que logra calmar la tormenta que siento dentro de mí. Acaricio su cabello con cuidado, como si temiera que un gesto más brusco pudiera romper el frágil lazo que acabamos de reforzar. Mi corazón está lleno, pero a