Me apresuro hacia el sillón donde Antoni sigue recostada. Me arrodillo junto a ella, una sensación de pánico comienza a deslizarse en mi interior, aunque trato de controlarme para que no se asuste más.
—Está bien, linda, no es nada, va a pasar pronto —trato de calmarla—. Ahora mismo te llevo otra vez.—Amet —me llama Ammyt en mi cabeza—, pon atención, concéntrate y verás que no tienes que llevar a nuestra mitad a ningún lado.—¿Qué quieres decir, Ammyt? —pregunto todavía confundido.—¡Solamente escucha, Amet! —insiste molesto mi lobo.Agudizo mis sentidos de audición, y puedo escuchar claramente dos pequeños latidos de corazón. ¡No lo puedo creer, voy a ser papá! Me adelanto, loco de alegría, cargo a Antoni y giro con ella, lleno de felicidad.—¡An