Sus risas llenan el despacho como un canto prometedor, reflejando la conexión que ambas tienen entre sí. Mi hermana y mi Luna son una fuerza imparable, y aunque su entusiasmo suele desconcentrarme de mis objetivos inmediatos, es imposible resistirse a la energía que traen consigo.
—No, tienes que verlo —insisten ambas—. No podemos decirte. —Está bien —cedo finalmente, levantándome con un ligero suspiro—. Vayan, y yo me uniré cuando termine algo urgente aquí. —Está bien, pero no demores, mi Alfa —Isis me da un beso y se retira junto a Meryt. La sensación de sus risas aún parece flotar en el aire, trayendo consigo un eco cálido que contrasta con la pesada responsabilidad que tengo frente a mí. Sus pasos se pierden más allá de la puerta, mientras mi mente regresa a los papeles que se apilan sobr