En la habitación de los chicos, Marcus se mantenía en silencio, mirando cómo caía la nieve por la ventana. No podía comprender lo que le había sucedido. Toda su vida había amado a Angie, y ahora, de pronto, aparecía esta desconocida que, en un solo instante, lo cambiaba todo. Por mucho que buscaba ese amor loco que siempre sintió por Angelina, no encontraba un solo rastro de él. No sabía qué había sucedido, pero su corazón latía acelerado solo con pensar en esa hermosa desconocida.
—Marcus —lo llama Paul—, estás muy silencioso desde que salimos de París. ¿Te pasa algo? —Yo sé lo que tiene —habla Alex—, y tiene nombre: ¡Neiti! —¡¿Qué locuras dices, Alex?! ¡Todos sabemos que solo tiene ojos para Angie! —lo interpela Paul. —¡Eso creía yo! —habla Marcus, visiblemente afectado—. ¡Hasta que vi a esa chica en el aeropuerto! ¡No sé explicarlo, no me la puedo sacar de la cabeza! Cuando le di mi mano, sentí un fuerte corrientazo. Creo que al fin entiendo a Angelina con eso