Los tres primos volvieron a su forma humana y se sentaron a contemplar el agua en la colina junto al lago, el lugar donde la manada se reunía durante la luna llena. Horacio se entretenía haciendo olas y remolinos en la superficie cristalina, mientras sus compañeros permanecían inusualmente silenciosos y taciturnos. Jacking, percibiendo la preocupación de sus primos, decidió romper el pesado silencio.
— ¡Vaya sorpresa que nos tenía reservada la mitad de Bennu! ¡Jamás imaginé que tuviera semejante poder! —comentó, intentando distraerlos de sus pensamientos.— ¡Es verdaderamente increíble! —concordó Amet—. Hacía años que no me encontraba con alguien que compartiera un poder similar al mío. Solo tú, Jacking, aunque nunca te ha gustado mucho acompañarme en esas tareas.—Vamos, Amet, sabes que no me agra