Mat negó con la cabeza lentamente, su mirada perdida en el techo de la habitación, como si los recuerdos aún lo atraparan.
—No, mi Luna. Ni Jacking ni yo. Él no confiaba en sí mismo para proteger a alguien más, no después de lo que sucedió. Y yo... —Mat hizo una pausa, como si reunir las palabras le costara más de lo que deseaba—. Yo sentía que no lo merecía, que mi error había condenado a mi humano a una vida de soledad, y por eso debía cargar con la misma penitencia.El peso de su confesión cayó sobre mí como una oleada de emociones. No solo había sido una cuestión de sobrevivir y protegerse, sino de castigo propio, de culpa y de heridas que no habían logrado sanar con el tiempo.—Mat... —intenté decir algo, pero las palabras murieron en mi garganta. ¿Qué podía decir que aliviar