92. ¿QUÉ HACEMOS CON TU PROMETIDA?
NARRADORA
En medio de su nebulosa y a punto de desfallecer, Cassidy no entendió realmente lo que significaban las palabras de su amiga.
Estaba agotada físicamente y mentalmente; lo único que deseaba decirle era… lo lamento, por todo.
Jamás debió confabularse con su hermano, y decir que no sabía la importancia de lo que estaba robando no era una justificación.
Incluso si accedió para salvar el pellejo de Blair.
Un robo es un robo.
Cuando James le reveló que había dejado vulnerable la manada de Rhett Maddox, Cassidy se quería morir.
Pero ni oportunidad tuvo de ver la luz nuevamente. James la encerró y la quería obligar a entregarse a la anciana del Congreso para deshacerse de ella.
Se negó con todas sus fuerzas y sufrió entonces las consecuencias.
James la torturaba porque sí, porque era un sádico, y entre una bofetada y otra la verdad asomó en frases a medias.
Su hermano trabajaba para alguien importante; nunca le dijo quién era, pero fue la persona que lo ayudó a tomar la manada.
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