Mundo ficciónIniciar sesiónTras la partida de Gabriel, la casa de Catalina quedó sumida en un silencio tenso, casi sagrado. Isabella permaneció inmóvil durante varios minutos, mirando hacia la puerta como si una parte de ella esperara que él regresara arrepentido, tocara la madera y la abrazara. Pero nada de eso ocurrió.
Finalmente, respiró hondo, se secó las lágrimas que aún corrían sin control por su rostro y tomó el celular. Sabía que no podía presentarse en la oficina en ese estado; no confiaba en su voz ni en su apariencia, y mucho menos en su estabilidad emocional.
Le escribió a Fátima un mensaje breve pero directo:







