CAPÍTULO 102 – Un pequeño susto
Isabella había apagado las luces de su oficina, lista para acompañar a sus amigas a comer, cuando Camila, que caminaba delante, redujo el paso. Valeria, distraída acomodándose el bolso, no notó la tensión inmediata en el cuerpo de su amiga hasta que la vio dar un paso torpe hacia adelante.
— Cami… ¿estás bien? —alcanzó a decir.
Camila no respondió. Sus rodillas cedieron y, en un movimiento que pareció un suspiro triste, se desplomó hacia atrás. Valeria reaccionó por instinto, la sostuvo bajo los brazos y evitó que su cabeza golpeara el piso. Isabella soltó un grito ahogado.
— ¡Fatima! —llamó con voz temblorosa—. ¡Ambulancia, emergencia, algo!
La secretaria salió corriendo como si sus piernas funcionaran antes que su mente. Un par de empleados se asomaron al pasillo, alarmados por la escena. Isabella tomó el rostro de Camila entre sus manos mientras Valeria la sostenía en el suelo.
— Cami, Cami… mírame, por favor —susurró.
Pasaron segundos que sintieron