Me removí incómoda por los movimientos limitados, obligándome a abrir los ojos. Dí un respingo y retuve la respiración al ver rostro de Costas justo frente al mío. Me congelé al sentir como su respiración tibia chocaba contra mi nariz y su brazo envolviendo mi cintura, impidiendo que cayera del sofá. Con el mayor cuidado, me removí para alejarme pero perdí el aliento cuando su brazo ejerció presión en mi cintura, reteniéndome.
- No te muevas, estoy durmiendo...- murmuró con voz ronca, empujando mi espalda baja con su mano, pegandome a su cuerpo, dejándome sin aliento.
- Deja de temblar- cerré los ojos muerta de vergüenza y volví mis manos, puños tensos contra su pecho. Permanecí quieta por un momento hasta que recordé que día era. Esta vez me moví sin ningún cuidado y salí del sofá. Costas me fulminó con la mirada fastidiado, haciéndome encoger de hombros.
- Tengo que irme ahora.
- Tu viaje a Venecia no sale hasta las 4 de la de la tarde, no seas ruidosa.
- Pero...- un suspiro salió d