-Eh...Creo que deberíamos alistarnos ya, haré las volteretas adicionales- hablé casi automáticamente al ver que Emilio no dejaba de mirarme.
-¿Vienes?- sólo cuando escuché a Enrico llamarme, fuí capaz de apartar la mirada y volver a la realidad...
La puerta de la mansión había estallado en mil pedazos.
Me pegué a la pared con mi arma en alto, a la espera.
Respiré profundo y crucé el umbral.
Al menos 30 hombres se hallaban en la entrada,clavando sus miradas en mí mientras con pasos sincronizados me colocaba en el centro de la sala, sin perder a ninguno de vista.
El primero se abalanzó sobre mí y el caos se desató.
Con mi espada atravesé a cada uno de los que se acercaron.
Como un torbellino (y con ayuda de los arneses) giré en el aire,al bajar corrí a las escaleras para tomar aire. Los hombres restantes subían los escalones con cautela, al acecho. Ésta vez fuí yo quien se abalanzó sobre ellos con mi espada,rebanando cuellos, atravesando brazos y piernas, haciendolos rodar por las esc